lunes, 28 de agosto de 2017

Viajar y sentirse como en casa. Hoy cabotaje puro.


Hace unos pocos días mi amiga Andrea, la Pilito, volvió de un merecidísimo fin de semana largo en Mar de las Pampas. Estaba tan feliz y yo tan contenta por su alegría del alma y del cuerpo, que pensé qué bien me vendrían a mí también unos pocos días en esa zona preciosa de nuestra costa argentina.


Ni bien acabé con este pensamiento, sobrevino otro en el que se me avisaba que hacía tan sólo un mes que nosotros también habíamos estado allí en un estado de gracia y plenitud casi total. Entonces no pude menos que pensar cómo estamos viviendo la vida. No sé si a vos te pasa, pero a mí el día con sus 24 hs. no me alcanza en lo más mínimo para todo lo que me gustaría me diera el cuerpo, que me da para no muchas cosas. No sé si es que ya estoy quemada o qué es lo que pasa, pero mi yo ( o más bien mi ello) me está pidiendo una tregua más, please! El superyo, que a esta altura de mi vida, ya bajó la guardia , si alcanza para comer y pagar las cuentas, más que suficiente (☺❤☺).

Basta de quejas y a lo que vinimos. 

A medidos de julio nos tomamos 5 noches para relajar en Mar de las Pampas, localidad a la que amamos ir en invierno. Y sí, somos al revés de todo el mundo, pero a nosotros la onda frío, playa desierta, bosque en días nublados o rabiosos de sol nos re contra copa.

Allá nos fuimos. Hacía mucho, pero bastante mucho, que no parábamos en Atalaya ( una confitería enorme a mitad de camino en la que históricamente ha parado medio país cuando salía de vacaciones a la costa, para tomar un café con sus famosas medialunas.) Ya no la reconocía...


Nosotros tomamos la opción Take away!


Y seguimos viaje hasta llegar a nuestro destino de mitad de año.


Cambiamos nuevamente de alojamiento por algunas razones, entre las que, al no haber gas natural en Mar de las Pampas, en los anteriores aunque muy vistosos, siempre pasamos frío.


Habíamos visto unas fotografías muy tentadoras, no tanto como el precio, pero al llegar uno nunca sabe.




Y fue ver dónde estaba ubicada...


Entrar...



Y enamorarnos. Yo al menos, estaba como niño con juguete nuevo. Desbordante de alegría, de ese gozo que sentís que te renueva las células, de esa endorfina que te pone al palo...Me felicité mil doscientas veces por no haber pijoteado el mango y haberme decidido por este rincón entrañable.





Será que - y esto que te voy a contar puede resultarte una total bobada- mi sueño es tener una habitación con una ventana enorme que de a un lugar lleno de verde, de árboles, de pájaros, de plantas. Yo necesito la luz, mi cuerpo se siente distinto con esa luz estallando en el cuarto. No sé qué onda conmigo, quizás en mi vida anterior fui un hermoso jazmín y ahora cuando me falta la luz no hago fotosíntesis...qué se yo. 


Lo cierto es que yo adoro nuestra casita, pero adoraría mil millones de veces más tener estos enormes ventanales abiertos 24 x 24 hs. y que todo fuera luz, lluvia o noche cerrada cuando toca. No entiendo una casa con muchas ventanas y todas tapadas con cortinas...a mí eso me pone triste, qué querés que te diga. Por eso, como siempre digo, "para gustos los colores y cada quien con su cada cual".


La cuestión es que la casa era muy cómoda, para dos súper amplia.


Con detallitos de esos que nos gustan a vos y a mí.


Y levantada sobre un tremendo médano, que me resultaba gloria bendita.


La nuestra, daba al parque con su pileta de natación, camastros y tumbonas.Y al no haber nadie, te juro que te sentías realmente como en casa.









Imaginaba lo difícil que sería disfrutar de todo esto de igual modo en pleno verano, donde se deben congregar familias enteras y el bullicio de los momentos felices se contagia paredes adentro y es menos sencillo contar con ese silencio sólo roto por los pájaros que anuncian la mañana y por las olas bravías que se relamen a su antojo estrellándose juguetonas contra la arena nocturna. 


Allí estaba todo esto para nosotros,casi solos.




Poder ver y sentir el mar desde la terracita...se puede ser más feliz aún?



Rodeada de árboles, entre pájaros, estrellas , lunas y soles.


Fue poniéndose la tarde, a apretar el frío, yo a emponcharme y a leer hasta que el cuerpo y la vista aguantaran a la intemperie.


El viaje de la Pilito, me vino muy bien para que mi cuerpo y mi cabecita crazy  recordara todo lo feliz que fui en esa casa ajena. Enamorada como si fuera la nuestra propia. Enamorada de la vida, de cuando me siento tan viva.





5 comentarios:

  1. Hermosos paisajes y esas plantas de lavanda!!!!!!Besos

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  2. Linda ¡¡¡¡¡ que maravilla ver nuestro lugar en el mundo a través de tus ojos ...hacès que cada viaje, sea cercano o lejano , se convierta en pura tentación. Siempre le digo a Romàn que el hogar es el lugar donde nos encontramos cuando estamos juntos y quizás ese sea el secreto para ver la belleza en cada instante. Convertiste el bosque en tu hogar los dìas que te acuno el verde de sus pinos y el rumor del mar...Abrazos gigantes
    PD: lamento haberte tenido de vecina y no poder darte tu regalito de Porto...vas a tener que venir antes que se haga el verano :)

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    Respuestas
    1. Ay Patri...qué generosa sos cuando me hacés devoluciones como esta. Fue una penita que coincidiera con el viaje de ustedes a Buzios. Pero ya nos vamos a ver. Abrazo grande para los dos viajeros!

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    2. Ay Patri...qué generosa sos cuando me hacés devoluciones como esta. Fue una penita que coincidiera con el viaje de ustedes a Buzios. Pero ya nos vamos a ver. Abrazo grande para los dos viajeros!

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