Última noche en París, la despedimos en un paseo en barco por el Sena.

Como siempre digo, "por algo será" . Después de esperar tantos años para hacer el paseo sobre el Sena en el famoso Bateaux Mouches , nunca imaginamos que el último día en París en una primavera inolvidable sería tan pero tan lindo como para atardecer y anochecer  sobre este río emblemático. 

En los eneros invernales de un frío que te pelas, no nos animábamos, pensábamos que sería una penita meternos dentro del barco emponchadísimos de abrigo, para apreciar París desde el río. No nos sonaba a disfrutable.

Pero las vueltas de la vida nos recompensaron y allí estábamos, tomándonos, el barco de las 21 hs a plena luz del día aún, para poder disfrutar el atardecer y estar bajo la Torre Eiffel en el momento exacto en que se prendieran todas sus luces. 

Allá vamos.

Pasando por debajo de una decena de puentes.

A puro suspiro.

Sus puentes son una gloria.

Sentados en primera línea, no nos perdemos detalle.

                El imprescindible museo de Orsay.

Los edificios públicos de París son verdaderas joyas arquitectónicas.

Y la gente...la gente hermosa a puro disfrute...por favor!
 Cuánta golozura!

Dejándose caer sus "patitas" sobre el río , dejando pasar el tiempo, disfrutando de la oportunidad que les brinda la vida de estar en París como locales o foráneos, con la sensibilidad suficiente como para apreciar un atardecer increíble.

Alguno improvisando un picnic...

Los hay en grupos de amigos, parejas, solos...

Da la sensación de que no falta nadie, de que de un momento a otro comenzará una fiesta o un evento del que todos formaremos parte.  Y sí, no es mentira aquello de que París es en si misma, una fiesta.

Hay otros que se lo pasan bomba en barquitos de fiesta...

Y muchos bailando tango...sí señor!

Nosotros,  felices a más no poder.

Notre Dame desde el Sena.

El Hotel de Ville, ( la municipalidad).

Y gente que celebra su casamiento sobre el agua, a pura música, tragos, baile y alegría.

      Cómo podrías no enamorarte de tanta belleza y elegancia.

Elegancia y diversión sobre el río.

Y ahí está encendida a más no poder para que la noche se llene de suspiros. Doña Eiffel es el faro indiscutible de cuanto navegante soñador atraca en las orillas de semejante Ciudad Luz.

Y con esta noche increíble,  que difícilmente olvidaremos,  nos vamos yendo de París hasta que volvamos a encontrarnos. Nunca será igual.  Sobretodo porque ya no será en"nuestro departamentito" de Le Marais. Hélèn, su propietaria, una señora parisina muy mayor y algo delicada de salud,  nos avisó que difícilmente volvería a arrendarlo.Esto nos causó una enorme pena, hemos sido muy felices aquí, pero como comencé diciendo em este post..."por algo será".

Hasta todos los momentos,  París de mis amores.  Ojalá hayan disfrutado de los rincones que he compartido con ustedes.  Lo hago con todo cariño.
Y si gustan,  el viernes nos encontramos nuevamente, pero en Londres.  Bye, bye!