Ayer me enfrasqué en buscar fotos de mi madre de distinos momentos de la vida. Se viene una fecha importante para ella y me dieron ganas de armarle algo.
En una de esas cajas en las que guardo mucho de nuestra historia familiar, más cosas muy personales, cartas, figuritas, discos, fotos de todos lo tiempos, tarjetitas y demases, encontré dos cartas de mi abuelo Roque. Una dirigida a mi papá y la otra a mí.
Vale aclarar que mi abuelo, el papá de mi papá. falleció a comienzos del '90 con más de 80 años. Hombre de campo, con uno o dos grados de escolaridad cumplidos, trabajaba comprando y vendiendo hacienda en San Antonio de Areco y , a su vez fue mayordomo de una estancia.
Roque Deceno ( era el hijo n° 10 de 16 hermanos), con una estampa maravillosa, hombre alto, ya en su vejez de un pelo plata increíble, prolijo, de pocas palabras, pero muy pícaro y que nos demostraba su amor asando unos pollos como a los nietos nos gustaba. Hacía cuchillos desde cero, tocaba la guitarra y perdió a mi abuela más amada 10 años antes de partir él. Hombre callado, observador, poco demostrativo, pero un tipazo.
Cuando esas cartas se hicieron con mi mano y mi vista, se me estremeció la piel y el corazón, realmente.
Desde mis 12 años, momento en que las recibí ( ¿robé?) y guardé, no volví a leerlas.
Lo primero que me impactó fue la caligrafía de la letra. Estamos hablando de un hombre con una cursada mínima de dos años de escolaridad en medio del campo, allá por los años '20. ¿Por qué mis alumnos no logran tener una caligrafía aceptable, que evidencie el concepto de legibilidad = comunicación.? Estas dos cartas son, la primera de enero del '82 y la segunda de mayo del mismo año.
En la de enero, respondía a una carta que yo le había enviado contándole que nos íbamos de vacaciones a Bariloche. Él ese verano, estrenaba su viudez y todo su dolor.
En la segunda- la que venía dirigida a mi papá- nos cuenta sobre mi único primo hermano, Juan Carlos, Cachorro, que hacía unas semanas había sido llevado a Malvinas, esperando hambreado que la guerra los empezara y ¿los terminara?.
Les transcribo algunos fragmentos por si no llegan a leer:
"Les diré que recién ayer 20 recibimos carta de Juan Carlos, donde dice que se encuentra bien cuidando las Malvinas. Como no le ha puesto fecha a la carta no sabemos de cuando está hecha, pero por lo que dice tiene mas de 20 días. Dice que duermen en carpas y pasan un poco de hambre. Hay una cantina pero no les fían nada, por eso pensamos que la carta está hecha en los primeros dás que llegaron ahí. Tampoco dice de haber recibido la carta que se le mando el 25 de abril. Te adjunto la dirección que manda en la carta pero quién sabe si están ahí .
Bueno esperemos no pase nada pero cada día se aproxima más la guerra-"
Mi primo volvió y no. Lo más lindo de él quedó atrapado en esa tierra. Este año estaría cumpliendo los 50. Pero no podrá ser. Su vida fue - a partir de su regreso de esa guerra absurda: vértigo, confusión, violencia, una necesidad de amor deseperado. Cachorro, sin dudas, merece un post aparte, una vida signada por la puta tragedia.
Además de la intensidad de todo esto, pienso ¿no es increíble que hace 30 años nomás era más económico y usual escribirnos cartas con familia que teníamos a 100 km de distancia en lugar de hablar por teléfono? Claro, mi abuelo no tenía teléfono, pero a esta altura de la historia se me hace cuento -diría Borges- esta práctica de comunicación.
Abrazo enorme a todos los que están del otro lado, compartiendo. Agur!