Llegar a Madrid es siempre, pero siempre, siempre, una idea feliz para nosotros. Amamos a su gente, a su andar con prisas moderadas, más de pueblo que de ciudad capital, amamos su gastronomía, su decir florido, sus frases de abuela, ese castellano en flor en cada fraseo...sus costumbres de ir de bar en bar a por una tapita, una caña o un chato. Amamos sus bocatas de calamares, las croquetas de Julio, los pinchos de bonito y tomate de Casa Labra, los platos del Pimiento Verde, la tortilla de bonito del club asturiano y sus fabes, la empanada gallega del mesón Portomarín de Lavapiés con sus pimientos del piquillo rellenos y sus gambas al ajillo. Las delicias de casa Alberto, los jamones de Joselito, el chocolate con porras de San Ginés , perdernos por Chueca, Malasaña, Lavapiés, el Retiro...y tanto, tantísimo más. Ir al cine, a sus museos, a una muestra, de compras, caminarla disfrutando de su arquitectura, sus parques, su vivir... visitar las tiendas tipo almacén de productos de la tierra, nos vuela la peluca y todo nos sienta de maravilla en Madrid. Diríamos que nos queda de perlas esa ciudad y si fuera varón diría que nos gusta de cojones.
Ese enero, al llegar había huelga de taxis por el tema de los Uber. Así que tomamos el metro y tan contentos nos fuimos al hotel de siempre, el 7 Islas de Malasaña.
Y lo de siempre, llegar, acomodarnos y salir a pataperrear.
Antes de salir para Ezeiza no va que se me traba el cierre de la campera larga de abrigo con la que viajo en invierno y no hubo caso, ni para atrás ni para adelante. Así que era urgente una vez llegada ver si podía conseguir una más cómoda que el tapado que llevaba. Y de paso, cañazo.
Pero primero lo primero, ya como ritual, no hay bienvenida madrileña si no hacemos un alto en Casa Labra a por esos sabores que nos confirman que efectivamente estamos en tierras madrileñas.
Y entonces sí, salir a caminarla hasta no dar más, que al día siguiente salimos para tierras gaditanas.
Mucho picoteo, pero necesitábamos algo calentito, así que a Casa Alberto...por favor, a cuál mejor.
La verdad que de tantas delicias me dio hambre, así que las dejo para picotear algo por acá. Abrazo grande y a seguir cuidándonos. Mañana viajamos para los pueblos blancos del sur. Andalucía nos espera.
¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Me encanta!
ResponderEliminarGracias, gracias, gracias!
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