jueves, 2 de agosto de 2018

Nos vamos a La Spezia

Vamos dejando atrás Reggio Emilia , que nos vamos para La Spezia, una peculiar ciudad vecinísima a Cinque Terre. Otra vez el tren, el medio de transporte insigne de este viaje por Italia.



Al comienzo, hasta que te familiarizás con los carteles , te sentís un poco confundido. Pero después te vas acostumbrando y te aseguro que resulta una pasada. Mucho más económicos que los pasajes de trenes españoles o franceses.


Antes de montarnos en el tren, por probar, meto unos eurillos en una máquina expendedora de snack para ver de qué se tratan estas galletitas de queso y bueh..otra vez a cantar el gloria bendita a tres voces, sumado a un aleluya, aleluya, aleluya!!



Vamos dejando atrás esos días de puro descubrimiento mientras llueve suavecito y las amapolas silvestres hacen juego en fragilidad y color con la imagen del muchacho que esperaba su tren.


Pasamos por varias estaciones...



Y llegamos a destino en alrededor de hora y media.


Nos parece increíble estar allí, que va a ser cierto ir a Cinque Terre...no nos lo podemos creer.



Elegimos un hotel buenísimo a nos 50 metros de la estación de trenes. Pero antes de salir a por él, vamos a comprar la tarjeta Cinque Terre Treno que incluye, el pasaje de tren para subir y bajar tantas veces como se desee de los 5 pueblos que componen esas tierras de ensueño , wifi free, entradas gratuitas a los baños públicos súper limpios y un mapita explicativo.
Hacemos la cola, para evitar tener que hacerla al día siguiente.




Salimos con nuestras tarjetas pertinentes, miles de recomendaciones y cruzando en diagonal nos espera el hotel.


Subimos, dejamos todo, la habitación es súper cómoda, amplia y con un baño magnífico. Ideal para descansar después de todo lo que tenemos pensado caminar y descubrir.


La ciudad a recorrer no es demasiado grande, encaramos en dirección al mar, queremos averiguar de dónde salen los barquitos para conocer Portovenere.


La Spezia es colorida, nada  monocromática como Bologna. 


Una ciudad con miles de detalles...








Cuando llegamos al mar, hay palmeras y un paseo marítimo precioso.



Nos sentamos a disfrutar del buen clima.


El día es realmente precioso.Y el lugar, también.


Conseguimos también los pasajes para salir a navegar hacia Portovenere. Entre tanto seguimos paseando por la ciudad.


No tiene pretensiones, pero sí un montón de rincones con encanto. Es una ciudad donde se vive. Donde los turistas pasan, hacen escala para llegar a la joya de la zona, a la perla de la Liguria: Cinque Terre. Sin embargo, a pesar de no tener nada en especial, quizás eso mismo la convierta en una ciudad de lo más grata.


En la próxima salimos para Portovenere...un lugar de ensueño. Si gustás, te espero por este blog. Abrazote y que estemos bien!



6 comentarios:

  1. Hola, Marian!! Fuen un hermoso descubrimiento y la recomendamos a quien vaya. Caminar sin sentirse turista es hermoso. Cinque Terre fue en barco y caí rendida a sus pies. Volvería mil veces!! Abrazos, ndrea

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    1. Uno se siente especial cuando no se siente turista, cuando puede andar cada lugar a su antojo sin que nadie le diga ni cómo ni cuándo andar por aquí o por allá. Y sí, nosotros también volveríamos, Andrea. Volvemos? Abrazote!

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  2. Qué bello viaje están haciendo!! Me encantan tus crónicas.
    besos!

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    1. Gracias Ana, por tus palabras, alimentan este espacio de un modo especial. Abrazo!

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  3. Mariana este es sin duda uno de los viajes mas bonitos que he hecho, nosotros optamos por coger un apartamento en Manalora durante una semana, para poder disfrutar de las rutas caminando de Cinque Terre.
    Seguro que tienes miles de fotos hermosas de esos pueblecitos que se asoman al mar con sus casitas de colores un tanto desvencijadas.Espero para verlas.
    Un abrazo

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    1. Ay Julia, qué alegría enorme tenerte por acá nuevamente...quisiera saber cómo estás y cómo anda el guapetón de tu nieto.
      En cuanto al viaje, realmente Cinque Terre es un lugar increible, resistiendo al tiempo y a las ordas de turistas. Qué bueno que pudieron quedarse una semana. Eso sí que es vida!
      Una abrazo gigante!

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